10 de diciembre de 2009

Capítulo 14: Aún queda mucho por hacer

Hoy, diez de diciembre, es el 61 aniversario de la aprobación y proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1948.
El lema de este año dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".
Este lema está centrado en la eliminación de la discriminación en el mundo y, para qué engañarnos, aún queda tanto por hacer...

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

Se supone que los Derechos Humanos deben estar garantizados por la ley, pero la realidad es que aún queda mucha gente que no puede gozar de ellos.

Los dos primeros artículos, que pueden resumirse en el lema que se ha elegido para este año, no se cumplen tanto como deberían pues, aunque en los países desarrollados la mayoría de la población (pues no debemos olvidar a quienes no pueden vivir en una casa o trabajar para poder alimentar a sus familias) ve cumplidos estos derechos, aún queda mucha gente en el mundo que no es considerada igual a los demás por razones como su sexo, raza o religión, e incluso se ven obligadas a considerarse inferiores a cualquiera, sencillamente por haber nacido en una determinada familia (este es el caso de los Intocables de la India, por ejemplo).

En el artículo tres, se dice que todo individuo tiene derecho a la vida y a la libertad, y en el cuarto, que nadie estará sometido a la esclavitud.
Pues, aunque ya no estamos en los tiempos en los que ser un esclavo era lo más común entre la población, aún sigue quedando gente sometida a este trato injusto y cruel, que viola su libertad.

En el artículo tres podemos leer también que toda persona tiene derecho a su seguridad y en el séptimo, que todos somos iguales ante la ley y tenemos derecho a igual protección ante ella. El noveno dice que nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
Pero, claro, teniendo los contactos necesarios, podemos conseguir fácilmente que estos tres artículos queden prácticamente invalidados para alguien que nos resulta incómodo. La prevaricación no es agradable para quien es la víctima, pero muy útil para quien no respeta nada ni a nadie.

El artículo 18 dice que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión; el 19, que toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; el 20, que toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y asociación pacíficas; y el 21, que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público.
Pensemos en esto. ¿No es acaso todo lo contrario que ocurre en las dictaduras? Nadie debería verse censurado por pensar, opinar, reunirse... sencillamente porque esos pensamientos, opiniones o reuniones no coinciden con las ideas de un líder injusto que tiene en su mano todo el poder, sin tener en cuenta la voluntad del pueblo.

El artículo 23 trata el tema del trabajo
y, actualmente, el derecho a tener un trabajo está vetado a personas que, por sus características y situaciones personales, no son contratadas. También hay muchos casos en los que cuando una persona es contratada, no trabaja en las mismas condiciones que otros ni tiene el mismo salario por el mismo trabajo (un claro ejemplo del incumplimiento de este derecho es la discriminación laboral. Ser mujer no debería ser un problema para ver cumplidos tus derechos).

En el artículo 24 se dice que toda persona tiene derecho al descanso y una limitación razonable de la duración del trabajo, y en el 26, que toda persona tiene derecho a la educación.
¿Qué me decís de la explotación infantil? Parece que estos dos derechos no existen para ellos, pues deben comenzar a trabajar a edades muy tempranas para poder ayudar a su familia a subsistir y así pierden su oportunidad de acudir a la escuela (siempre que en su pueblo haya alguna, claro) y pasan su infancia trabajando demasiadas horas al día, en condiciones lamentables, para ganar una cantidad de dinero infinítamente menor a la que ganaría cualquier persona adulta en un país desarrollado.

Termino con el artículo 25, uno de los menos cumplidos en mi opinión, que determina que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado.
Creo que sobran las palabras. Las condiciones de vida de muchas personas son hoy en día, tanto en países desarrollados como subdesarrollados, infrahumanas.
Millones de personas mueren por enfermedades que tienen cura... a la cual no pueden acceder.
Millones de niños mueren por desnutrición.
Millones de personas mueren por enfermedades de transmisión sexual, pues no disponen de los medios necesarios para evitar su contagio.
Millones de personas, niños entre ellas, mueren por conflictos armados.
Millones de mujeres mueren, sencillamente, por ser mujeres.
Millones de personas que no están en su país mueren, sencillamente, por ser extranjeros.
Millones de personas mueren porque alguien ha decidido no respetar sus Derechos Humanos, porque alguien ha decidido que el derecho a la vida no es importante.


Sé que me dejo muchos Derechos en el saco, pero dudo que haya alguien que tenga la paciencia necesaria para leerse este capítulo sobre un tema que, si bien es muy importante, no es tomado en serio.
Porque, claro, si vives bien, ¿qué importa que haya unos cuantos millones de personas que no pueden hacerlo?

Pero, si eres de las pocas personas que ven más allá, si luchas por un mundo mejor, entonces párate a pensar. Piensa en esta gente, piensa en estos derechos cuyo cumplimiento aún hoy, en el 61 aniversario de su proclamación, sigue siendo una asignatura pendiente.

Juglaresa

1 comentario:

  1. Sigue asi de bien que dentro de nada te vere publicando en algun periódico.
    bss wapa

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